PARROQUIA DE COLALAO DEL VALLE

PARROQUIA DE COLALAO DEL VALLE
Casa y Templo parroquial Ntra. Sra. del Rosario

sábado, 10 de diciembre de 2011

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO (3° DE ADV "B")



Este domingo, siendo domingo de Adviento, tiene un color diferente. Hace siglos se introdujo la costumbre de suavizar el morado, que evoca instintivamente penitencia, por un color rosado o un morado muy rebajado, para significar con este signo convencional que el tono del día es la alegría, la primavera espiritual, porque nos viene el Salvador.

El mensaje de las lecturas va por ahí: el anuncio de la alegría. El bello oráculo tomado del libro de Isaías lo dice con un lenguaje glorioso. Y Pablo, en la primera carta que ha escrito a los cristianos, a la comunidad de Tesalónica en concreto, les da la consigna de la alegría cristiana: Estad siempre alegres.

En el Evangelio reaparece Juan el Bautista, como en el domingo pasado, como un testigo de fe, que da paso al Mesías. “El confesó y no negó: “Yo no soy el Mesías.”, dice enfáticamente el evangelista. Y confiesa al que viene detrás de él: ““Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.”

Desde varias fronteras el mensaje es el mismo:

- Existe la alegría,

- que es la alegría de Dios,

- y esta alegría es el don que nos trae Jesús Mesías.



2. ¿Cuáles son las alegrías del ser humano, las legítimas alegrías que Dios, como Padre bueno, nos brinda? El Papa las concentraba en tres grandes y fecundas fuentes de las alegrías más sanas:

La primera es el disfrute de la naturaleza, la belleza y el placer que nos brinda la naturaleza: un paisaje, una música, una comida... son placeres de la vida que dan vigor y sustento. Son disfrutes legítimos que Dios nos pone al alcance de la mano.

La segunda fuente de alegría es superior: es la alegría del amor compartido, la alegría de la amistad. Dichoso el que puede disfrutar de un amigo, porque el placer de la amistad no se paga con nada.

Pero hay una tercera alegría que habita en el corazón humano: la alegría de la amistad de Dios, sentida, vivida, disfrutada. Es la alegría de sentirse amado por Dios: soy, aunque me falte todo.

Esas son las verdaderas alegrías de la vida a las que somos invitados. Ahora bien, hermano, abriendo los ojos a lo que pasan en la vida, ¿adónde se va en busca de alegría?

- El primero, la alegría se busca en el pasatiempo y la fiesta. A veces uno se cuestiona si lo que se busca es una alegría que yo apetezco o lo que busco es huir de la monotonía y el aburrimiento que nos oprime.

- El segundo pozo de la alegría parece que tiene que ser el sexo, lo cual termina en enormes desengaños.

- Y la tercera mina de la alegría es el dinero. Quien tiene dinero parece que tiene la felicidad. La experiencia dice que de ninguna manera es verdad.

 3. Pero la alegría existe, y la alegría es deseable, y es muy confortable. Es señal de salud espiritual. El no estar alegres hasta puede ser un pecado, o puede esconder sutiles pecados, como, la envidia. El que se reconcome de envidia se enferma de tristeza.

Para apreciar la hermosura de la alegría Pablo VI nos ponía delante el ejemplo de Jesús, y escribía estos párrafos:

“Hagamos ahora un alto para contemplar la persona de Jesús, en el curso de su vida terrena. El ha experimentado en su humanidad todas nuestras alegrías. El, palpablemente, ha conocido, apreciado, ensalzado toda una gama de alegrías humanas, de esas alegrías sencillas y cotidianas que están al alcance de todos. La profundidad de su vida interior no ha desvirtuado la claridad de su mirada, ni su sensibilidad. Admira los pajarillos del cielo y los lirios del campo. Su mirada abarca en un instante cuanto se ofrecía a la mirada de Dios sobre la creación en el alba de la historia. El exalta de buena gana la alegría del sembrador y del segador; la del hombre que halla un tesoro escondido; la del pastor que encuentra la oveja perdida o de la mujer que halla la dracma; la alegría de los invitados al banquete, la alegría de las bodas; la alegría del padre cuando recibe a su hijo, al retorno de una vida de pródigo; la de la mujer que acaba de dar a luz un niño. Estas alegrías humanas tienen para Jesús tanta mayor consistencia en cuanto son para él signos de las alegrías espirituales del Reino de Dios: alegría de los hombres que entran en este Reino, vuelven a él o trabajan en él, alegría del Padre que los recibe. Por su parte, el mismo Jesús manifiesta su satisfacción y su ternura, cuando se encuentra con los niños deseosos de acercarse a él, con el joven rico, fiel y con ganas de ser perfecto; con amigos que le abren las puertas de su casa como Marta, María y Lázaro.

4. Hermanos, no podemos prolongarnos, pero en lo que acabamos de anunciar está la pauta de la alegría. Dios, nuestro Padre, nos llama a la alegría. La alegría consiste en la victoria sobre el pecado y en la acogida de la gracia que Jesús nos trajo con su venida y nos brinda en cada momento.

Que esta alegría del Adviento del Señor perfume nuestra alma. Amén

lunes, 5 de diciembre de 2011

MENSAJE DE MONS. MARIANO MORENO GARCIA PARA ADVIENTO 2011

Prot. nº 078/2011
Cafayate a 25 de noviembre del 2011
MENSAJE DE ADVIENTO – 2011
AÑO DE LA VIDA Y DE LA FAMILIA
PRELATURA DE CAFAYATE
“La esperanza y espera como María”
Muy queridos TODOS: fieles de la Iglesia particular de la Prelatura de Cafayate:
Al acercarnos al final del Año Litúrgico del ciclo A/2010-2011, nuevas expectativas aparecen en nuestro sentir, pensar, programar y proyectar en nuestra vida.
Ha concluido el AÑO 2011, dedicado por el Santo Padre, Benedicto XVI, a la VIDA y completado, como condición de origen, con el de la FAMILIA, que la Conferencia Episcopal Argentina promovió, defendió y apostó por ella, por ser la institución, creada directamente por Dios, e insustituible para el desarrollo, crecimiento y evolución de la persona a través de LA VIDA y de LA FAMILIA.
Oraciones, lemas, sugerencias, reflexiones, aportes y cantos, sobre todo en las fiestas patronales, hemos compartido este año 2010 y 2011, desarrollado y comprometido en el doble fundamento de nuestra existencia: VIDA – FAMILIA. La vida y la familia siguen interrogándonos y apremiándonos para comenzar un nuevo Año Litúrgico con el TIEMPO DE ADVIENTO. Ha sido un año completo: 27 de noviembre del 2010 y 26 de noviembre del 2011. ¿Y ahora? Un nuevo año que se inicia con el tiempo litúrgico de Adviento, cuyo lema puede ser: “La esperanza y espera como María”.
Ante esta perspectiva dice el Papa Benedicto XVI: “el hombre está vivo mientras espera, mientras que en su corazón está viva la esperanza”. Nuestra espera, bien sea la primera, la venida del Hijo de Dios, cuando nació de María –que recordamos en la Navidad- bien sea la segunda, en el regreso glorioso cuando Jesús venga ‘a juzgar a los vivos y a los muertos’, está marcada por el sentido de nuestro vivir. “La espera, el esperar es una dimensión que cruza toda nuestra existencia personal, familiar y social”. Está presente en mil situaciones, desde las más pequeñas hasta las más importantes. Será la espera de un hijo por nacer en la familia; será la espera para el joven ante una entrevista para un trabajo; será, finalmente, la espera de unas relaciones afectivas de encuentro de la persona amada, que en frase de San Agustín: “desea y quiere AMAR y ser AMADA”.
Aprendamos de María, la mujer del Adviento –nos dice el Papa-: “a vivir los gestos cotidianos con un espíritu nuevo, con el sentimiento de una ‘espera profunda que sólo la venida de Dios puede colmar”. ¡Y abramos la “PUERTA DE LA FE” (= “PORTA FIDEI”) para que el 11 de octubre del año 2012 iniciemos y completemos hasta el dia 24 de noviembre del 2013, ‘EL AÑO DE LA FE’, con la Solemnidad de Cristo Rey del Universo, que ya ha señalado Benedicto XVI.
Hermanas y hermanos con el cariño del amor y la esperanza les imparto la bendición de Pastor y Obispo.
 
+ Mons. Mariano Moreno, osa.
Obispo Prelado de la Prelatura de Cafayate

viernes, 7 de octubre de 2011

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO (28° TO "A")

SOMOS TODOS INVITADOS

Para la mayoría de nosotros comer es mucho más que saciar una necesidad. Es un acto social, un tiempo de descanso, la ocasión de disfrutar algo placentero, entre otras cosas. Esto es aún más cierto en el modo típico y fastuoso de los proverbiales banquetes de Oriente, con su música, bebidas y danzas. Y tal es la imagen dominante de las lecturas de este domingo.

Si ahondamos en este símbolo descubrimos que el banquete es la transición entre el deber y la fiesta, entre la tarea y el descanso, entre lo que hay que hacer y lo que a uno le gusta hacer, entre el trabajo y al celebración. Sobre todo esa palabra es importante, porque la olvidamos fácilmente: para saber creer hay que saber celebrar.

Una expresión nos llama la atención en la primera lectura: el día del banquete es el día de las revelaciones; es el día en que se arranca "el velo que cubre el rostro de todos los pueblos, el paño que oscurece a todas las naciones."

Nosotros no asociaríamos espontáneamente comer y recibir una luz o revelación especial. La cosa suena más razonable en el contexto de los banquetes de los reyes. Mucha gente nunca podía ver al rey, o sólo lo veía de muy lejos. Un banquete era la ocasión única de ver el rostro del rey, que quedaba grabado en la memoria como un tesoro, pues la época no tenía ni muchos retratos fiables ni cámaras de fotografía.

Dios se revela en su banquete. Es el rey que hemos estado esperando, el que siempre hemos querido contemplar. Verlo a él, saciarnos en su belleza, saber que es verdad todo lo que nos prometió: todo ello es más valioso y delicioso que los mismos alimentos y bebidas. Y sin embargo, el banquete es todo eso a la vez.

El evangelio toma la misma idea con una variante: por razones que al principio se nos escapan los invitados no están interesados en ir a ese banquete, a pesar el banquete del rey. ¿Suena absurdo, no? Pero no es menos absurdo que nuestra negativa a acoger el amor de Dios que invita. Además, las excusas de los invitados indican que ellos estaban muy satisfechos con lo que tenían, y ese es el problema: la gente satisfecha ya no tiene apetito para comer. La conclusión es que el llamado al Reino, o sea, el llamado al Banquete, requiere que la gente tenga hambre, que sienta necesidad, que esté insatisfecha.

Luego está el detalle, probablemente agregado posteriormente, del que entró sin traje de fiesta. También esto suena absurdo, pero debe recordarse que la indumentaria era parte sobreentendida de la invitación, o como algunos comentaristas indican, era provista muchas veces por el mismo anfitrión. Aún otra interpretación es que el "vestido de bodas" era sencillamente "el mejor vestido," o sea, no la ropa de labor o ropa ordinaria. Cada una de estas interpretaciones conduce a enseñanzas alegóricas útiles, por ejemplo, que si Dios nos invita a él iremos no de cualquier manera, sino con lo mejor de nuestro corazón o lo más puro y brillante de nuestra fe.

domingo, 18 de septiembre de 2011

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO (25° TO "A")

¿QUE DIOS SE PAREZCA A NOSOTROS O NOSTROS A DIOS?
(Mt 20, 1-16)

Nos cuesta entender que los caminos del Señor son distintos a los nuestros. Dios se presenta como un amo generoso que no funciona por rentabilidad, sino por amor gratuito e inmerecido. Esta es la buena noticia del evangelio. Pero nosotros insistimos en atribuirle el metro siempre injusto de nuestra humana justicia.
En vez de parecernos a él intentamos que él se parezca a nosotros con salarios, tarifas, comisiones y porcentajes. Queremos comerciar con él y que nos pague puntualmente el tiempo que le dedicamos y que prácticamente se reduce al empleado en unos ritos sin compromiso y unas oraciones sin corazón.
Con una mentalidad utilitarista, muy propia de nuestro tiempo, preguntamos: ¿Para qué sirve ir a misa, si Dios nos va a querer igual? Así evidenciamos que no hemos tenido la experiencia de que Dios nos quiere y no reaccionamos en consecuencia amándole también más por encima de leyes y medidas. Dios es gratuito.
Vemos absurdo y hasta injusto ser queridos todos por igual.
Olvidamos que la gracia ha sustituido a la ley. Necesitamos que existan los malos para podernos calificar de buenos. De esta forma, el amor al hermano se torna imposible.

domingo, 11 de septiembre de 2011

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO (24° TO "A")

DOS CUESTIONES POCO LLEVADAS A LA PRÁCTICA
(Mt 18, 21-35)

El domingo pasado, el Señor nos pedía corregir al hermano que yerra, haciéndolo con caridad y siguiendo una serie de pasos. Hoy nos pide perdonar. Corregir y perdonar no es fácil y nunca lo fue. Lo saben muy bien aquellas personas que tienen una grave responsabilidad en la sociedad y la Iglesia. Lo saben los padres cuando constatan que aquello que sembraron en la niñez de sus hijos no tuvo efecto como se esperaba, lo saben todas aquellas personas que reciben una corrección y no la aceptan. En definitiva, corregir y perdonar requiere necesariamente de la ayuda de quien nos manda corregir y perdonar.
Que nos ayude las siguientes conclusiones nos ayuden a perdonar y corregir:
·         La parábola del siervo sin entrañas es sólo una forma de motivar el perdón en el perdón que Dios nos otorgó a los creyentes.
·         Los términos de la parábola son intencionadamente exagerados con una sola intención: contra el perdón nunca hay ni podrá haber nunca razones válidas.
·         El texto del Eclesiástico que acompaña al evangelio llama odiosa a la cólera que no perdona, y dice que el enojo es corrupción.
·         El que odia no conoce, porque la razón del perdón está más en el otro que en mí. El gran perjudicado del no-perdón no es el otro, sino yo que no perdono. El que no siente perdonar es porque vive fuera de la esfera de Dios, vive él la noche de su muerte.
·         También Pablo da una razón para el perdón: "No vivir para sí, sino para Cristo que murió por todos".
·         Creer es saber que Dios nos ama.
·         Sólo cuando un amor grande nos ama, somos capaces de reconocer que no lo merecemos.
 Señor dame poder perdonar y corregir y pídeme lo que mandes.

miércoles, 3 de agosto de 2011

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO (19° TO "A")

¿SIENTES QUE TE PERSIGUEN? A QUE NO SABES QUE ES JESÚS

(Mt 14, 22 - 33)
Rugen tormentas y a veces nuestra barca parece que ha perdido el timon. Miras con miedo y no tienes confianza... Así cantamos en una consabida canción. ¡Qué antigua la canción y que actual es su letra!

Uno a veces vive pensando que los demas siempre estan hablando y mirando los defectos, errores y males de uno. Por ahí decimos que tal persona "tiene trauma de persecusión" o que la acosan miles de fantasmas al día. Hasta pensamos que todos están en contra nuestra y nadie está a nuestro favor. Pues bien, llenos de miedo, los discípulos pensaban que alguien los perseguía. Y sí, alguien los perseguía. Pero no era un fantasma: era el mismísimo Jesús.

Así lo expresa un predicador (Fray Nelson Medina op): "Hay muchas ocasiones en que uno siente que le están pasando cosas raras; pero no siempre las cosas raras son porque lo estén persiguiendo a uno los males, los bienes también lo persiguen a uno.
Jesús estaba persiguiendo, estaba buscando a los discípulos a través de una circunstancia extraña. ¿Cuándo se ha visto a alguien caminando sobre el agua? ¿Cuándo habían visto los discípulos a alguien caminando sobre el agua? Nunca. Jesús nos está persiguiendo, detrás del miedo violento y detrás de las circunstancias extrañas, Jesús nos está buscando, Jesús nos está persiguiendo. Así es como pensamos muchas veces: "Un fantasma, claro, ahí está, ¿no ve? Insisto, un fantasma, ¿se da cuenta, hermano? Un fantasma, y ahora ¿qué viene? Un problema una desgracia". ¿Por qué nos persigue un fantasma? ¿Por qué a nosotros, habiendo tantas barcas en el inmenso mar? ¿Por qué a nosotros? ¿Por qué el fantasma tuvo que venir contra nosotros? Porque detrás de lo que tú crees que es un fantasma, vengo Yo a ti (nos diría Jesús). Cristo te está buscando, Cristo te está persiguiendo. “A ver, padre, ¿usted de dónde saca que Cristo persigue a la gente?” Eso lo saco de los textos de San Pablo, San Pablo dice en la Carta a los Filipenses: “Yo me esfuerzo y corro, me apresuro detrás de Cristo, detrás del Señor, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo” (Filipenses 3,12). Hermano, Cristo te está persiguiendo y te va a alcanzar, ya casi te alcanza y te va a alcanzar. De ti depende en dónde quieres que te encuentre. "¿Cómo quieres que sea ese encuentro, suave o duro?" "Más bien suavecito". "Pues entonces, a través de la docilidad, a través de la obediencia, que no haya que insistir tanto, es más fácil así". Pero pensemos que nos puede pasar como a Pablo.  Pablo perseguía a Cristo para acabarlo, y Cristo perseguía a Pablo para salvarlo, ¡qué distinto! "¿Por qué me persigues?" (Hch 9,4) y Pablo no supo qué decir, no supo explicar por qué perseguía a Cristo. Porque si hubiera podido responder y hubiera sido sincero, hubiera tenido que decir: “Te persigo para acabarte", y Jesús hubiera tenido que decir: "Y yo te persigo para salvarte; tú me persigue porque me odias, y yo te persigo porque te amo".

Así que la enseñanza que hoy quiero compartir es esta: Cristo nos está persiguiendo; tal vez, a través de circunstancias extrañas, Cristo nos está persiguiendo; es mejor encontrarnos con Él en la suavidad y en la hermosura del abrazo de un amigo, pero no le quitemos el derecho a Cristo de perseguirnos a través de circunstancias muy raras e incluso nosotros podemos creer que son muy adversas. Cristo nos está persiguiendo. Dice, por ejemplo el evangelio de Juan: “El buen pastor si tiene cien ovejas y una se le pierde, deja a las noventa y nueve y busca a la que se le ha perdido”. Por eso nos persigue, por eso nos busca, porque nos ama y porque nos hemos perdido.

Gracias, Jesús, por buscarnos; gracias porque tu amor nos persigue. No permitas, Señor Jesús, que seamos tontos y que reneguemos de las circunstancias; no permitas que pensemos que eres un fantasma; no permitas, Señor, que hablemos mal de ti diciendo que eres un amigo que abandona.
Tú nos estás buscando, incluso a través de circunstancias extrañas; tú nos estás buscando, tú vienes a traernos la bendición y la paz. Te amamos, Jesucristo, bendito seas. Amén.

domingo, 31 de julio de 2011

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO (18° TO "A")

  (Mt 14, 13-21: XVIII, TO “A”)

Dios es generoso, abundante en el ofrecimiento de su amor y gracia. Por el contrario nosotros somos escasamente generosos y mezquinos, y hasta interesados. Hemos de aprender, descubrir y contemplar el gran amor con que somos amados y beneficiados.
Así lo expresa un predicador: “Las tres lecturas de hoy repican como campanas de pascua el tema del amor abundante de Dios. Nuestro Dios no es tacaño ni mezquino; es generoso, más allá de todo lo que podemos imaginar o afirmar. Y tal es su munificencia que a menudo da sin cobrar”.
Si miramos a nuestro alrededor, descubrimos sin ser sociólogos, las consecuencias de la mezquindad de cada uno de nosotros. ¡Qué dolor e indignación nos embarga! Pero… si somos nosotros mismos los causantes de todo lo que nos indigna. El Evangelio de hoy es una invitación a la fraternidad, solidaridad y generosidad. No nos cansemos de ser solidarios, sacrificados y honestos que a su debido tiempo cosecharemos sus beneficios particulares. Cambiemos esta situación de injusticia, corrupción y egoísmo comenzando por nosotros mismos. Necesitamos urgentemente ser curados, iluminados y ayudados por Jesús, rico en misericordia y libre de todo pecado.
En los domingos pasados, el Señor Jesús había mostrado su enseñanza, sobre todo con parábolas. Y hemos escuchado cómo nos explica sobre el Reino de Dios, comparándolo con realidades sencillas de nuestra vida, realidades que sin embargo, se vuelven profundas en su boca. Hoy su enseñanza no es tanto con palabras, como con hechos. Esto nos invita a reconocer en Cristo a Alguien, que cuando habla, obra, y cuando obra, enseña. Cristo, cuando actúa trae una enseñanza, y Cristo, cuando predica, transforma.
Bien, ¿cuáles son las obras que hemos presenciado en el evangelio de hoy? La más evidente, la multiplicación de los panes. Pero no podemos olvidar, no podemos dejar de lado otras dos. Antes de multiplicar los panes, curó a los enfermos. Y antes de curar a los enfermos, sintió lástima. Antes de sentir esa compasión, se fue a un sitio tranquilo y apartado. En realidad, son cuatro obras, cuatro hechos de Jesús. Después de la muerte de Juan, se va a un sitio apartado. Allí, la gente lo busca y Jesús siente compasión; literalmente, dolor en las entrañas. Le duele la gente. Entonces, cura a los enfermos. Como en esa hora de misericordia ha avanzado la tarde y el día termina, completa esa obra de conmiseración con otra de piedad, dando alimento a aquellos mismos que había curado. O sea, que realmente Cristo ha hecho cuatro cosas con esta multitud. La ha llevado a un sitio tranquilo y apartado. Allí ha sentido compasión por ellos, les ha hecho percibir ese amor compasivo, y después los ha curado de sus enfermedades. Cuando ya han experimentado la compasión, cuando ya han encontrado la paz, cuando ya han sido sanados de sus males, entonces también los alimenta, "agrupándolos", -como dice otra versión de este milagro-, "en círculos de unas cincuenta personas". Así, permite que quienes eran simplemente una multitud, se conviertan en una comunidad. Por último, "recoge las cestas con las sobras, para que nada se pierda", como dice otra versión de este milagro.
Es decir, que lo que tenemos en el evangelio de hoy, es todo un retrato de la obra de Cristo. Eso es lo que Cristo hace con cada persona, es lo que Cristo quiere hacer con cada comunidad. Es lo que hizo con esta multitud, es lo que pretende, seguramente, con el mundo entero. "Se fue a un sitio tranquilo y apartado después de la muerte de Juan Bautista". La ciudad, lugar de crimen, queda así contrapuesta a este desierto, lugar de paz.
Acerquémonos, entonces, a este Cristo, Nuestro verdadero Rey. Que Él nos lleve a un lugar tranquilo y apartado, que Él pueda mirarnos y sentir compasión de nosotros. Porque mientras estamos en la ciudad, espejeándonos unos en otros y diciéndonos unos a otros que sí somos importantes, no aparece nuestra miseria. Pero cuando Cristo nos lleva a ese lugar tranquilo y apartado, cuando estamos a solas con Él, ahí sí aparece lo que realmente somos. Dejemos que Él nos bañe con su misericordia, dejemos que Él nos sumerja en su compasión, que Él entonces nos cure de nuestras enfermedades y que de sus manos benditas, el Pan Consagrado sacie nuestra hambre.

sábado, 2 de julio de 2011

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO (14° TO "A")

LA HUMILDAD ES HABITAR
EN LA VERDAD
(Mt 11, 25-30)

Podemos decir que el tema de las lecturas de hoy es la humildad; y desde luego, también su contraria, que es la soberbia.

Jesús nos invita a seguir su ejemplo de mansedumbre y de humildad. Y la lectura del profeta Zacarías, ya miraba con anticipación a Jesús como el rey humilde que escoge para entrar en la Ciudad Santa no el ruido ni la imponencia de un gran corcel, un caballo de guerra, sino la sencillez de un burrito, un animal de carga. Un hombre cercano a la casa y a la historia de los los pobres.

Así pues, tenemos que hablar de la humildad. Y lo primero que uno se pregunta es si uno está autorizado para hablar de humildad. Cuántas veces nosotros los sacerdotes nos desautorizamos para hablar de las virtudes, por ejemplo, para hablar de la humildad. ¿Cuántas veces habré contradicho yo esta virtud tan santa y tan necesaria? Por otra parte, ¿cómo enseñar, cómo predicar la humildad? Vivimos en un tiempo en el que prácticamente se ha canonizado al orgullo, y eso como que tiene sus ventajas hasta cierto punto, porque si una persona se siente orgullosa de lo que está haciendo, seguramente lo hace con más cariño, lo hace con más ganas.

¿LA HUMILDAD?
O sea que el tema de la humildad no es tan fácil, por esas dos razones. Primera, porque ¿en dónde encontraremos humildes que nos puedan predicar? Quizá yo mismo estoy desautorizado por muchas cosas, pero tengo que decir que tampoco conozco mucha gente autorizada. Y en segundo lugar, es difícil hablar de la humildad, porque la humildad tiene rostro como de complejo, una persona que está disminuida, una persona que oculta lo que puede hacer, una persona que esconde las capacidades, las cualidades que tiene. ¿Y así cómo va a haber liderazgo? ¿Y así cómo va a cambiar un pueblo? ¿Y así cómo se va a levantar un país? Y sin embargo hay que predicar sobre la humildad.

QUÉ NO ES SER HUMILDE?
Lo que nos enseñan estas reflexiones iniciales es que tenemos que cambiar nuestra idea de la humildad. La humildad no es una especie de timidez, porque una persona puede ser muy tímida y puede ser muy soberbia. Desde su timidez tiene una barrera, y desde esa barrera mira así al universo entero y juzga y condena. Una persona puede ser muy calladita, muy tímida y una montaña de soberbia. Así que humildad no es lo mismo que timidez. Humildad tampoco significa complejo de inferioridad. "A mí no me pregunten", "yo no sé", "yo no puedo", "que otro lo haga". De ese complejo de inferioridad se burló hasta la saciedad, se burló cruelmente un filósofo alemán, al que aludo con frecuencia, porque ese hombre marcó la historia del siglo XX, ese señor se llama Friedrich Nietzsche. Nietzsche se burlaba sangrientamente de la humildad de los cristianos, y decía: "Moral de acomplejados, "moral de esclavos", "moral de hipócritas". Estas dos, "moral de esclavos" y "moral de hipócritas", vienen del mismo Nietzsche. Nietzsche se burlaba de ese complejo de inferioridad, que si Cristo hubiera padecido ese complejo de inferioridad, no hubiera salido de Nazaret; hubiera dicho: "Yo como soy humilde, entonces yo aquí sigo el oficio de José, y yo aquí escondido..." La humildad no es complejo de inferioridad, ni la humildad es el simple ocultamiento, ni la humildad tampoco es otra cosa que a veces sirve de confusión: estar uno como recargado con un pasado, vivir uno recargado con lo que hizo en el pasado, y a veces hay gente en la familia o en la pareja que es experta en recordarle a los demás: "Usted no diga nada, porque usted..., porque usted..., y porque usted....", es decir, a hundir al otro con el peso del pasado. Eso no es humildad.

¿QUÉ SERA LA HUMILDAD?
Hay una frase que todo predicador tiene que citar, entonces yo la tengo que citar, la dijo Santa Teresa de Jesús: La humildad es un modo particular de habitar en la verdad, y la única manera que conocemos de crecer en la verdadera humildad es acercarnos a la verdad. O si se me permite tomar prestada una expresión de las ciencias jurídicas, es encaminarnos, es orientarnos hacia la verdad verdadera.

Me dicen que en el Derecho se utiliza esa expresión, porque cundo llegan a un juzgado cada uno tiene su verdad, ¿no? El acusado tiene su verdad, el testigo tiene su verdad, el fiscal tiene su verdad. Pero hay una verdad que es la verdad verdadera. Y la humildad parece que va por ahí. Es la búsqueda apasionada de la verdad verdadera, del fondo de verdad de los que nosotros somos, y de ese fondo de verdad surgen, como perlas preciosas, una serie de grandes luces que nos ayudan a descubrir el rostro hermosos de la humildad.

sábado, 25 de junio de 2011

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO (CORPUS CHRISTI "A")

"EL ALIMENTO Y LA BEBIDA QUE NECESITAMOS COMER Y BEBER"


Cuerpo y Sangre de Jesús, alimento de vida y salvación.
Hoy celebramos una festividad que desde 1264, por disposición del Papa Urbano IV, tributa a la Eucaristía un culto público y solemne de adoración, amor y gratitud. Es el culto público y solemne donde el creyente católico de estos lares testimonia la verdadera y real presencia de Jesucristo en la Eucaristía. La Eucaristía, la hostia consagrada en la Misa, es Jesús entre nosotros. Él camina y está en nosotros. Aquella expresión “si Dios está quién con nosotros quién contra nosotros” cobra su verdadero valor en el Santísimo Sacramento del Altar, en la Comunión. La Iglesia cree y anima a creer en esta verdad enseñada por el mismo Cristo: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo”.
La Iglesia, y por tanto, cada uno de nosotros, vivimos de la Eucaristía. El mundo y nuestra sociedad en cada una de sus instituciones, deben reconocer que también viven de y por la Eucaristía.
    Qué lástima que la gran mayoría de los católicos, especialmente aquellos que ejercen gran influencia en la Iglesia y la sociedad, no sienten hambre y sed del Cuerpo y la Sangre de Jesús. Qué engaño el pensar que se puede entrar en comunión con Dios solamente rezando, siendo buena persona y amigo. Para entrar en comunión con el Padre, Hijo y Espíritu Santo sólo existe un camino gratuito y accesible: la Eucaristía, el Santísimo Sacramento del Altar, la Hostia consagrada en Misa. Qué dolor al escuchar decir que los que recibimos habitualmente la Eucaristía somos iguales o peores que los que escasamente, o nunca, reciben este Sacramento. Qué preocupación el ver todos los años a cientos de niños y niñas que reciben por vez primera a Jesús en el día de su Comunión y después muy pero muy rara vez. Y qué decir de los más grandes, los que se preparan para Confirmar su Fe o los jóvenes y adultos que ya no están en la catequesis; son muy pero muy pocos los que siguen recibiendo la santa Comunión y confesándose.  Jesús dice: “mi Carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida”. Estas no son palabras simbólicas o comparativas; expresan la voluntad de Cristo. Hay que ir creciendo día a día, experiencia tras experiencia en el hambre y sed de esta Sagrada Comida y Bebida.
       Nuestro cuerpo necesita comer y beber todos los días; este comer y beber va acompañado de un gusto y placer al punto que nos excedemos en este comer y beber. El excedernos en el comer y el beber trae una serie de problemas al cuerpo. El alma necesita alimentar y beber en el conocimiento, la educación, cultura y el esparcimiento. Aquí también el exceso hace mal. Los que sólo se dedican a estudiar y nada más eso les preocupa, dejan de lado otras cosas muy importantes y necesarias: la familia, su fe, la caridad y solidaridad. Así también los que se dedican a esparcir, descansar y relajarse, cuando caen en su excesiva práctica, se encuentran con problemas para la laboriosidad, la exigencia, la renuncia y el sacrificio. Ante lo que les presento, no hay que olvidarse que tenemos espíritu y no sólo cuerpo y alma, como el animal. Este espíritu debe comer y beber. Su comida y su bebida es Jesús Eucaristía. A Ella preparan la oración, la Palabra de Dios que alimentan y fortalecen la fe y la esperanza. De este Alimento provienen los frutos de la caridad. Así lo dice Jesús en el Evangelio hoy proclamado: “les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán vida en ustedes”.
       ¿Qué condiciones son necesarias para recibir a Jesús en la Eucaristía? Repetiré lo que nos han enseñado en nuestra preparación de catequesis, hace poco o hace mucho: 1°- Estar en gracia de Dios (no tener pecado grave o mortal); 2°- Saber a quién se recibe (qué es, quién es y para qué es); 3°- Acercarse a recibirlo con fe y devoción (no hago fila para cobrar el sueldo, entrar a algún lugar, recibir un premio o diploma); 4°- Guardar una hora de ayuno (no haber comido ni bebido nada en ese lapso hasta comulgar, salvo agua o remedios). Mirando estas condiciones no hace falta decir quién puede y quién no puede ni debería recibirlo. Si alguien tiene dudas, sobre si está recibiendo como debe la Eucaristía o si esa situación en la que está le permitiría o no recibir la Eucaristía, ello es algo que hay que hablar personalmente. Yo no quiero entrar en los dimes y diretes que no hacen sino confundirnos más y pecar por exceso o por defecto. Solo les quiero decir que no caigamos en la actitud de los fariseos ni de los laxos o relajados. Los fariseos pueden decir que hemos de tener la pureza, humildad y disposición de la Virgen María y si no estamos así no podemos comulgar; los laxos o demasiado relajados dirán que no hay que ser tan estrictos ni delicados. Por tanto siguen la regla del mínimo esfuerzo y la libertad mal entendida. Hermanos y hermanas, sigamos las clásicas condiciones para recibir a Jesús Eucarístico. Formemos diligentemente nuestra conciencia para saber si estamos o no en pecado grave o mortal; crezcamos día a día y experiencia tras experiencia en el amor y devoción de este Sacramento; sigamos guardando la hora de ayuno porque Jesús es la verdadera comida y la verdadera bebida.
      Que esta solemnidad que celebramos nos ayude a recordar que Jesús sigue siendo el Pan de Vida y Bebida de Salvación; que la Eucaristía es luz y vida de nuestra familia; que Ella hace a la unidad de todos; que Ella nos dará la fuerza, valor y gracia para superar nuestro pecado. ¡Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar…!

sábado, 21 de mayo de 2011

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO (5° PASCUA "A")

CAMINO POR JESUS PARA TENER VIDA NUEVA Y ALCANZAR LA VERDAD
(Jn 14,1-12)
Caminando por Cristo muchas veces nos desesperamos porque la caminata se hace larga e interminable. Jesús nos dice en la oración diaria "no se inquieten...". Las dificultades, los gajes del oficio, nos tiran para atrás y entonces en el Camino, nos detenemos, nos salimos de él y vagamos por oscuros senderos y pasadizos que nos alejan de el Camino.
Estos desvíos, podemos pensarlos así:  nos quejamos de que no estamos donde querríamos estar, ni trabajamos donde querríamos trabajar. Surge en nosotros insatisfacción por causa de la inadaptación en el trabajo y, en todo caso, el grado de satisfacción es para muchos mínimo o nulo. ¿Por qué esto? Pasa que muchos caminamos y corremos sin parar de acá para allá, y lo más triste es que no sabemos si nuestro camino es el acertado... Tal vez, mejor sería detenernos un poco, adorar al Señor en el Sagrario y orar serenamente.

En este Evangelio, Jesús nos revela algunas verdades profundas de su identidad que nos ayudan a perseverar en el Camino. En este camino podemos estar seguros que llegaremos a cubrir el deseo de todo hombre: "ver a Dios cara a cara".

Pensemos: Nosotros, a menudo decimos seguir al Señor, y no estamos mintiendo; pero... tal seguimiento podría ser sólo a nivel intelectual y conceptual. Esto es debido al hecho que no dejamos sedimentar en nosotros su Palabra, no la dejamos germinar a travéz de la oración, pero sobre todo no nos hacémos disponibles, a fin de que, regenerados por los sacramentos, Cristo se haga presente a travéz de nuestra humanidad. ¿Cómo oramos? ¿Cuánto tiempo? ¿Por qué nos confesamos? ¿Por qué queremos recibir el Santísimo Cuerpo y Sangre de Jesús?

Jesús es de verdad nuestro Camino, Verdad y Vida: Renovemos nuestro amor y fidelidad al Señor que nos ha llamado en tal lugar y con tal trabajo... tengamos confianza en Él.

Les regalo esta oracion que se puede hacerla una y varias veces en la semana:

Señor:
Enséñanos a mirar al cielo.
Enséñanos a gustar las cosas de arriba.
Enséñanos a guardar tus palabras.
Enséñanos a anunciar tu mensaje.
Enséñanos a sentir tu presencia viva.
Enséñanos a reunirnos con los hermanos.
Enséñanos a extender tu Reino.
Enséñanos a no vivir cruzados de brazos.
Enséñanos a rastrear tu presencia.
Enséñanos a escuchar a tu Espíritu.
Enséñanos a recorrer tus caminos.
Enséñanos a esperar tu venida gloriosa.

domingo, 15 de mayo de 2011

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO (IV° PASCUA A)

DOMINGO DEL BUEN PASTOR SIGNIFICA DOMINGO DE LAS BUENAS OVEJAS
(Jn 10, 1-10)
A Jesús le gustaba partir de las costumbres y experiencias de sus oyentes para comunicar su mensaje. Este relato del buen Pastor es una de las mejores muestras de ello.



La imagen que Jesús presenta ahora "a los fariseos" supone un redil en el campo hecho con muros de piedra o con una simple empalizada de madera, en el que se guardaban por la noche las ovejas de varios pastores. Un guardián, que hacía al mismo tiempo el oficio de portero, velaba durante la noche para defender los rebaños de posibles robos, mientras los pastores solían retirarse a descansar a una tienda. Si los pastores tenían que ir al aprisco, entraban por la puerta que les abría el guarda; en cambio, el que iba para robar o para vengarse en las ovejas de su vecino, lo hacía calladamente saltando la cerca. Por las mañanas los pastores iban en busca de sus respectivos rebaños entrando por la puerta que les abría el vigilante.

Espabilaban a sus ovejas con sus llamadas características, y éstas acudían al reconocerlas. Era frecuente que las llamaran por sus nombres. Todavía en la actualidad hay pastores que dan nombres, al menos, a los principales animales de su rebaño. Una vez reunidas en torno suyo, las sacaba fuera y se ponía delante de ellas, a diferencia de Occidente, en que los pastores suelen ir detrás. De tiempo en tiempo les lanza un grito agudo para que ninguna se desvíe. Ellas, que conocen su voz, le siguen. Pero si un extraño lanza el mismo grito, se paran y levantan las cabezas alarmadas, al no conocer la voz del extraño... Los oyentes de Jesús tenían en la mente todo este cuadro cuando les contaba este relato.

PARA QUE NOS MIREMOS, LOS PASTORES Y LAS OVEJAS:


  1. "El que entra por la puerta es pastor de las ovejas". A Jesús le preocupan las personas, vive para su servicio. Por eso es pastor legítimo. Vino a servir al hombre, jamás a servirse de ellos. Entrar por la puerta significa imitar el modo de actuar de Jesús, ser signo en el mundo de su presencia y de sus actitudes a través de un servicio desinteresado a los hombres.
  2. El verdadero pastor de ovejas conoce a todas y a cada una de las suyas. Jesús parte de esta realidad para decirnos cómo es su relación con nosotros. Afirma que nos conoce a cada uno por el nombre, que tiene de nosotros un conocimiento amoroso. Nos conoce a cada uno de nosotros mejor que cada uno de nosotros se conoce a sí mismo. Un conocimiento amoroso que implica un profundo respeto hacia todos y cada uno de los hombres. "Conocer por el nombre" significa invitarnos a cada uno a desarrollar las propias capacidades y a ponerlas libremente al servicio de los demás.
  3. La Iglesia, la comunidad cristiana no es una masa de gente anónima manejada por un "líder" lejano. Es un pueblo, una familia. En ella, las relaciones con Jesús y de unos con los otros tienen que ser personales para que sean verdaderas. Es nuestra vida entera, tal como es, la que debe entrar en relación con Jesús y con los demás. Una relación personal que nos hace personas responsables.
  4. La sociedad tiende a convertirse y a convertirnos en una masa cada vez más anónima, dejándonos profundamente insatisfechos: no somos amados por nosotros mismos; somos una simple cifra en clase, en el trabajo, en la seguridad social... No existe la relación de amistad.
Jesús nos valora, nos ama y nos libera a cada uno de nuestra soledad y de nuestro individualismo. La Iglesia debe tender a convertirse en una comunidad de comunidades personales y personificadoras, en una familia de familias, si quiere ser fiel a su maestro. -"Y las saca fuera". Jesús quiere que salgamos de nuestra inmadurez y de todo lo que nos impide ser nosotros mismos. Por ello, su misión de pastor enviado por Dios consistirá en sacar de la institución judía a los que respondan a su llamada, para crear con ellos su nueva comunidad. Una vez fuera, "camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz". El verdadero pastor camina delante, abriendo horizontes a los suyos, dando ejemplo. Es el primero en enfrentarse con el peligro, el primero en dar la vida cuando se trata del bien de los demás.




domingo, 24 de abril de 2011

¡LA FIESTA DE LAS FIESTAS!

TU PARROQUIA TE DESEA FELIZ PASCUA DE RESURRECCION DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO



¡GRACIAS, SEÑOR, POR DARNOS NUEVA VIDA! ¡GRACIAS POR SIEMPRE! ¡TE ALABAMOS, TE BENDECIMOS Y TE GLORIFICAMOS POR TU RESURRECCION, SEÑOR!

domingo, 17 de abril de 2011

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO DE RAMOS "A"

TRES DETALLES PARA MEDITAR Y APLICAR EN NUESTRAS VIDAS
(Mt. 26, 3-5. 14--27,66)

Hermanos, la Pasión misma de Cristo es una gran predicación, es la predicación por excelencia. Ese es el mensaje, esa es la noticia, esa es la gran noticia del amor. En ella, en la Pasión de Cristo, vemos resonar con fuerza infinita la palabra amor. Amor es lo que brota por los poros de Cristo en forma de gotas de Sangre. Amor es lo que nos dice su boca silenciada a fuerza de violencia. Amor es lo que está proclamando su cabeza, por amor a nosotros coronada de espinas. Y su Cuerpo entero, extendido y desgarrado en la Cruz, es un poema de amor, es una declaración de amor.

La Pasión según San Mateo, tiene algunas particularidades, y quisiera detenerme un instante en esos rasgos que son los específicos de Mateo: son tres.

Primero, como hemos oído, Mateo es el único entre los Evangelistas que nos cuenta el terrible desenlace de Judas Iscariote. Un desenlace que nos entristece, pero que al mismo tiempo nos advierte sobre la gravedad de lo sucedido; un desenlace que sin embargo, no nos permite, no nos autoriza a formular un juicio último sobre la persona de Judas Iscariote.
Al fin y al cabo, como decía un predicador, de los Apóstoles fue él, fue Judas Iscariote, movido por la desesperación, quizás, pero fue él, quien expresó más claramente ante los sumos sacerdotes, quién era Jesús: "Es un inocente, es un justo. He hecho una obra mala" San Mateo 27,4. Y de alguna manera trató de deshacerla.
Por eso, ese acontecimiento, ese suicidio del Iscariote, a pesar de su terrible gravedad, todavía no nos autoriza a cerrar para siempre la puerta de la misericordia sobre la vida de este hombre. Sólo Dios sabe qué haya sucedido en él, pero ahí está esa enseñanza para nosotros.


La segunda particularidad que tiene el evangelio según San Mateo, es ese versículo en el que la esposa de Poncio Pilato le manda decir: "No te metas con ese Justo. He sufrido mucho en sueños por Él" San Mateo 27,19, una frase que tal vez ha pasado inadvertida en medio de toda la lectura que hemos oído, pero ahí está en el evangelio de Mateo.
Y es significativo, porque los autores que conocieron a Pilato, o que saben de la vida de Pilato, nos dicen que él era un hombre sanguinario, un hombre celoso de su poder, un hombre conflictivo y también un hombre supersticioso. Por lo tanto, un hombre dado a creer en augurios, premoniciones, sueños y cosas parecidas.
Y en este caso es la esposa de Pilato la que le manda decir: "No te metas con ese Justo" San Mateo 27,19. Uno siente como un escalofrío de pensar, que hasta el último momento y por el último recurso, estaba Dios advirtiendo a Pilato de la situación.
Recordemos que es también el Evangelista Mateo el que nos cuenta, -y es el único que lo hace-, aquel relato de los Magos de Oriente, unos sabios de Oriente que recorrieron un largo viaje para llegar a donde Jesús, guiados por una estrella. Seguramente esos magos o sabios de Oriente eran astrólogos, y se pasaban las noches mirando las estrellas, buscando ahí alguna explicación para el sentido de su vida y el sentido de la historia. Y Dios se valió de éso, que seguramente no es el camino principal para mostrar su voluntad. Dios se valió de esos fuegos celestiales, de esas luces en el cielo, para guiar a estos astrólogos. Es decir, Dios incluso se adaptó a esa manera, a esa búsqueda que ellos tenían, para guiarlos hacia Jesús.
Aquí vemos en el caso de Pilato algo parecido. Pilato es un hombre supersticioso, y Dios se adapta a esa manera de ser de Pilato y trata de enviarle un último mensaje, podríamos decir: "Mira, es un Justo. Te lo digo en tu propio lenguaje, -es un Justo-, en el lenguaje que tú puedes escuchar, porque no has querido escucharlo ni siquiera a Él. En ese lenguaje que a ti te interesa, el de la superstición y el augurio, en ese lenguaje te digo, es un Justo".
Y sin embargo, triste cosa, tuvo más poder la codicia de su autoridad o el temor a desairar a las autoridades judías. Tuvo más peso éso, lo que es una lección para nosotros en medio de lo triste que resulta. Porque nos enseña cómo Dios agota hasta el último recurso, Dios hace hasta lo último por tratar de tocar nuestro corazón.
Se parece a lo sucedido con Judas. Lamentablemente, sabemos cómo sigue el relato. Pilato no se ablandó, ni aunque Dios le hablara en su propio lenguaje. Pilato permaneció en su actitud, prefirió la conveniencia, escogió la política y la buena relación con estas autoridades judías. Se endureció, y la condena de Cristo se realizó.
Pero lo mismo que en el caso de Judas, tenemos que decir: "No cerremos, -porque no somos quién-, no cerremos definitivamente la puerta de la misericordia". Sólo Dios puede saber qué haya sucedido en el caso de este hombre, que no quiso escuchar ni siquiera cuando Dios le habló en su propio lenguaje.

Y la tercera particularidad que tiene el evangelio de Mateo, está en el momento mismo de la Cruz. Los tres Evangelistas, llamados Sinópticos; es decir, Mateo, Marcos y Lucas, nos presentan esa dolorosa escena de los insultos que Cristo tuvo que soportar en la Cruz.
Juan es más discreto y silencia esta parte. Pero es interesante ver cómo cada uno de los Sinópticos nos presenta ese insulto, ese oprobio, de una manera distinta. En el caso de Lucas, el insulto que le dirigen a Nuestro Señor es: "Si eres el Rey de los judíos, ..." San Lucas 23,37. En el caso de Marcos es: "Si eres el Rey de Israel, si eres el Cristo,..." San Marcos 15,32. Y en el caso de Mateo, como lo acabamos de escuchar, es: "Si tú eres el Hijo de Dios, ..." San Marcos 27,43.
Hay una particularidad en esta manera de herir a Cristo. Si nosotros nos vamos al capítulo cuarto del mismo evangelio de Mateo, encontramos que Satanás, cuando quiere tentar a Cristo, le dice precisamente: "Si tú eres el Hijo de Dios,..." San Mateo 4,3; San Mateo 4,6.
De manera que los oprobios que padeció Nuestro Señor en la Cruz, tienen la huella, tienen la garra de Satanás. Así como en el momento del desierto, Satanás pretende ganar terreno en Cristo, diciéndole: "Si tú eres el Hijo de Dios,..." San Mateo 4,3; San Mateo 4,6, así también en la hora de la Cruz, que es el desierto de los desiertos, que es la soledad de las soledades, llega la tentación por encima de toda otra tentación: "Si tú eres el Hijo de Dios,..." San Mateo 27,43, le dicen los que están ahí.
¡Pero atención! Podemos decir: Más que ellos, más que lo que ellos estuvieran diciendo, era el mismo Satanás el que hablaba por esas bocas, y el que allí renovaba el combate que había perdido en la hora del desierto.
¡Qué importante para nosotros comprender que la Cruz es como el segundo capítulo de esa obra tentadora de Satanás, que tuvo su primer capítulo en el desierto! Ahí está Satanás, buscando todavía la victoria y buscándola con el mismo título.
Pero, ¡bendito sea Dios! ¡Gloria a Dios! Ahí está Jesús de nuevo venciendo, Jesús más unido que nunca a la voluntad del Padre, Jesús entregado al amor del Padre, Jesús obediente al Padre, y en obediencia al Padre, amoroso y salvador de todos nosotros.

Y este es el mensaje grande de la Cruz; este es el mensaje grande de la salvación. Bendigamos a Nuestro Redentor, alegrémonos en Nuestro Salvador. Regocijémonos, porque la noticia del amor ha sido pronunciada sobre nosotros y es más fuerte que la noticia del odio y que la noticia de la muerte.