Monseñor José Demetrio Jiménez OSA recibió la ordenación episcopal e inició su ministerio como obispo prelado de Cafayate en el marcpracticar la caridad en una misa celebrada el sábado 10 de mayo en el predio de la Serenata, ubicado a pocas cuadras de la catedral de Nuestra Señora del Rosario. En su primer mensaje a la comunidad, monseñor Jiménez propuso reemprender el fervor misionero y crecer en conciencia eclesial.
El nuevo pastor de la prelatura de Cafayate recibió la ordenación episcopal de manos de monseñor Mariano Moreno García OSA, obispo prelado emérito, quien le que entregó los símbolos de su nueva labor pastoral: la mitra, el anillo y el báculo. Fueron coconsagrantes monseñor Mario Antonio Cargnello, arzobispo de Salta, que lo puso en posesión de la prelatura, y el cardenal Estanislao Esteban Karlic, arzobispo emérito de Paraná.
Antes de iniciarse la celebración, monseñor Jiménez hizo la profesión de fe y formuló las promesas episcopales en la capilla privada de la curia, ante el obispo prelado de Humahuaca, monseñor Pedro Olmedo Rivero CMF, el obispo auxiliar de Toledo, en España, monseñor Ángel Fernández, y el superior provincial de la orden de San Agustín y vicario regional, padre Nicanor Juárez Saldaña OSA.
La ceremonia tuvo su punto de partida en la catedral Nuestra Señora del Rosario, desde donde los presentes partieron en procesión con una imagen de Nuestra Señora del Rosario -"la Sentadita", patrona de la prelagura- hacia el predio de la Serenata, acondicionado especialmente para albergar a los miles de feligreses venidos de las más de 150 comunidades esparcidas en los valles y montañas de la jurisdicción eclesiástica, que se extiende en las provincias de Salta, Tucumán y Catamarca.
Una hermana del nuevo obispo leyó la segunda lectura, y el vicario parroquial de la catedral, presbítero Leonel González, proclamó el Evangelio. Después se leyó el mandato apostólico de Francisco, firmado el 10 de febrero de 2014, lo que dio a ese momento una emotividad especial, que concluyó cantando todos: “¡Demos gracias al Señor!”. En su homilía, el obispo consagrante, monseñor Moreno García resaltó tres títulos de la identidad episcopal: ser padre, hermano y obispo; y tres acciones misioneras concretas: anunciar la esperanza a los más pobres, liberar de opresiones físicas, psíquicas y emocionales, e iluminar a quienes han perdido el sentido de la vida por haber recorrido caminos de obscuridad. Monseñor Moreno García concluyó su prédica exhortando a su sucesor a "hacer lío" desde el bien: "Ama con amor de Padre y de hermano a todos aquellos que Dios te confía, sobre todo a los presbíteros y diáconos, colaboradores en el ministerio; también los pobres, los indefensos y los desprotegidos, los ‘sin voz’ y los alejados; exhorta a los fieles a cooperar con empeño apostólico; acuérdate que estás unido al colegio de los obispos; vigila con amor y misericordia el rebaño, y en los brazos de María, la Virgen del Rosario, asume tu tarea de obispo y pastor. ¡Que así sea!".
Luego de la Eucaristía, monseñor Jiménez recorrió el predio bendiciendo a los miles de fieles presentes, y posteriormente dedicó unas palabras a la comunidad. Propuso a todos los presentes cuidar la vida y la naturaleza en el valle calchaquí, fomentar el patrimonio cultural y religioso, promover el desarrollo sustentable de la región y no permitir que la "mala hierba" de la droga se esparza por la región. Monseñor Jiménez también leyó su primer mensaje pastoral, titulado "Ten caridad, practica la verdad". En su texto, recordó palabras de san Agustín y pidió a los fieles que recen para que toda la comunidad eclesial pueda responder a la voluntad del Señor. “Somos humilde pueblo de Dios, y con nuestro papa Francisco, soñamos una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual", destacó el obispo agustino. El prelado afirmó que es tarea de todos los bautizados edificar la Iglesia, ya sea desde comunidades de iniciación en la fe, en la familia, en el trabajo, en la sociedad o en la cultura, y promover y comunicar la vida de Jesucristo, la conciencia bautismal, vocacional y carismática. Monseñor Jiménez pidió a los sacerdotes, religiosas y fieles fomentar el acompañamiento y la cercanía: “Viviendo como vivamos, haciendo lo que hagamos, pensando lo que pensemos, cultivemos siempre la fraternidad que constituye la casa común, el hogar de la fe, la Iglesia al servicio del Reino de Dios, apoyando nuestra acción pastoral en la sacramentalidad de la vida”. “Cultivemos la vida en todas sus dimensiones –reiteró-, cuidémosla particularmente en sus etapas más frágiles, generemos esta cultura. Es el culto que a Dios le es grato. Porque este es nuestro origen, de aquí venimos, es lo que nos sostiene y sustenta”. “De esta tierra somos todos aborígenes: campo delicioso -edén, preparado para el cultivo, jardín florido y huerto hermoso en el que germinan las semillas, crecen las plantas, dan fruto los árboles, conviven creativamente las personas de buena voluntad. Y qué mejor para darse que entre nosotros, quienes vivimos en esta pago de cosecha hermosa -calchaquí-, valle fértil -yokavil-, donde habita el sol -antofagasta-, cerca del cielo -animaná-, cielito custodiado entre los cerros -chicoana-”. Texto completo de las palabras de Mons. José Demetrio Jiménez OSA