FUIMOS, SOMOS Y SEREMOS TENTADOS
(Mt 4, 1-11)
Las tres palabras claves en las lecturas de hoy:
Pecado... Tentación y ley.
Cada uno de nosotros experimenta la tentación de un modo distinto y es muy interesante el ejercicio de conocerse a uno mismo, porque casi todos, yo creo que todos tenemos alguna forma de tentación dominante, puede ser la ira en alguna persona, puede ser el orgullo, la vanidad, o la pereza, la lujuria o la mentira. Y es muy importante conocerse uno mismo y es importante conocer cuáles son las tentaciones que tienen más fuerza en uno, porque esa es la clase de cosas que le pueden arruinar a uno la vida.
Hagamos ahora el siguiente ejercicio: imagínate que de pronto alguna forma de pecado esté destruyendo las amistades, esté alejando a la gente de ti, entonces ese pecado repetido en realidad es como un enemigo que está conviviendo contigo, algo que está despedazando tu existencia y si tu no lo conoces, si tu ni siquiera sabes que es lo que te está aislando de la gente, seguramente no puedes vencerlo, y a veces pasa que la última persona en enterarse de los problemas es uno mismo.
Muchos de nosotros somos perezosos y convivir con un perezoso es aburrido; porque no hace las tareas de la casa, entonces quien las va a hacer ¿va a poner a la mujer de esclava? ¿o va a poner al hombre de esclavo o que van a hacer? Ese es el problema de ser perezoso o mentiroso, también es el problema de ser vengativo y todos esos son defectos, vicios que uno muchas veces no conoce y que uno se acostumbra a justificar.
La Biblia en cambio toma un enfoque diferente, la Biblia dice que no es buena idea justificar uno los defectos sino que es mucho mejor conocerlos y es mucho mejor atacarlos de raíz. La Biblia también dice que hay un personaje misterioso, un personaje oscuro que se llama el demonio.
Cuando se habla del demonio la gente cree que se está hablando más o menos como de la cenicienta o estamos hablando de la bruja mala o estamos hablando de alguien inventado, pero la verdad es que cuanto más profundiza uno en la realidad del mal, del mal en la tierra, uno empieza a descubrir cosas sorprendentes.
Por ejemplo la crueldad, la indiferencia, es una cosa que abisma. Hay un velo terrible que cae sobre la gente y cuando uno empieza a mirar que eso no es un fenómeno que esté aconteciendo en uno o dos países sino que hay una especie de cruzada mundial por el aborto en todas partes, cuando uno ve las dimensiones que tiene el egoísmo, que tiene la crueldad cuando se piensa en la cantidad de gente que muere cada día en el hambre, en la guerra, sí todavía se puede decir que eso es fruto de una mala planeación política o eso es fruto del egoísmo de la codicia de la gente.
Pero profundicemos mas, no solo es la codicia, hay una dureza, el corazón humano se vuelve de pedernal, se vuelve durísimo, se vuelve impermeable, se vuelve impenetrable, hay un misterio de iniquidad que se adueña del corazón humano, una rebeldía, es algo bastante profundo, y cuando uno entra a conocer eso y cuando uno mira lo que ha sucedido en la propia vida empieza a sentir que no es tan absurdo hablar de esta criatura, hablar del demonio.
La gente cree que cuando uno habla del demonio es como para quitarse la responsabilidad, como para decir, “yo no dije mentiras, el demonio me hizo decir esa mentira o el demonio me hizo robar” y no, la idea de la Biblia no es que uno quite la propia responsabilidad, el demonio no es el único responsable del mal, la Biblia siempre presenta al corazón humano como el lugar donde se toman las decisiones fundamentales.
La gran enseñanza sobre el mal es que la decisión hacia el bien o hacia el mal está en el corazón nuestro y es muy interesante ver en ese pasaje de la primera lectura, ver lo que sucede ahí, porque uno ve que las estrategias del demonio que aparecen ahí siguen funcionando hoy.