PARROQUIA DE COLALAO DEL VALLE

PARROQUIA DE COLALAO DEL VALLE
Casa y Templo parroquial Ntra. Sra. del Rosario

domingo, 12 de febrero de 2012

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO (6° TO "B")

(Mc 1, 40-45)


NO SOLO NECESITAMOS CURACION... NOS HACE FALTA UN TRATAMIENTO (TERAPIA)

"VE A PRESENTARTE AL SACERDOTE"

Muchas veces uno tiene que recibir una terapia; por eso en el sacramento de la confesión a nosotros nos dan una terapia que ahí la llaman "penitencia".
Muy a menudo la penitencia es una cosa que creo que no la estamos viviendo bien en la Iglesia Católica, porque tanto sacerdotes como fieles lo que estamos esperando es que cuando llega ese momento nos pongan a rezar unas cuantas Avemarías o Padrenuestros.
Pero en realidad no debería llamarse penitencia, debería llamarse "terapia". Uno se confiesa y necesita una terapia, una terapia para no reincidir, y sobre todo una terapia para sanar el daño que el pecado le dejó a uno, porque el pecado siempre deja un daño.
Entonces Jesús cura, pero la terapia que necesita la persona muy a menudo tiene que darla otra persona. Y es el mismo Dios de quien vienen todos los bienes. Pero Dios se goza utilizando distintos recursos: un buen libro, una buena canción, una buena predicación, una buena confesión.
¿Y quiénes somos nosotros para desobedecer a Cristo? Cristo me dice "ve donde el sacerdote" San Marcos 1,44, pues yo voy, y eso se aplica también a mí. Yo también tengo que confesarme, y tengo que ir donde el sacerdote.
Y también el sacerdote ahí para mí es una expresión de Cristo. Y también a mí, y también al Papa, lo mismo que al obispo le da instrucciones por que así obra Cristo.
Es muy hermoso el evangelio de hoy: es una promesa de que Cristo puede cambiar incluso el destino más amargo, más solitario, más desesperado. es Cristo el que lo cambia y es Cristo también el que nos envía a terapia.
El leproso no siguió esa terapia, vamos a excusarlo a él, su situación era demasiado dura, pero nosotros sigamos el consejo de Cristo, y digo esto entre otras cosas, porque se va acercando el tiempo de la Cuaresma, ya no estamos lejos.
Y cuando empecemos la Cuaresma, yo creo que un propósito que tenemos que hacernos todos, es hacer esa buena confesión que no hemos hecho en años, o en muchos meses, tal vez.
Hacer una buena confesión, una confesión en la cual nosotros recibamos la terapia, y por eso, al oír al sacerdote lo que nosotros queremos es escuchar a Cristo que es el único que sana, que es el único que ilumina, pero que también quiere obrar a través de distintas personas, así como utilizó a nuestros padres, utiliza catequistas y predicadores y misioneros.
Hoy sigamos esta celebración, sigamos esta proclamación de nuestra fe y del amor que hemos recibido, ante todo reconociendo que no hay lepra que le quede grande a Cristo, y reconociendo que en el centro de su corazón hay una fuerza que es la que puede vencer todas nuestras dificultades y se llama la misericordia.