PRIVILEGIOS, VENERACIÓN Y DISTINCIONES
(Lc 14, 1.7-14)
Se
relaciona con los primeros puestos a los privilegios, el ser tenidos en cuenta,
venerados, saludados y distinguidos.
Pregun-tonta:
¿Esto está mal?
Creo que
responderíamos que “no en todos los casos” o “no necesariamente”. Y sí, creo
que es así. Si se busca el privilegio, el ser tenidos en cuenta, ser venerados,
ser saludados y distinguidos por ese sólo hecho, no está bien.
Jesús
nos dice en el evangelio de hoy: "No
te sientes en el puesto principal... ¡siéntate en el último puesto!". La
glorificación vendrá como don: "Amigo, sube más arriba. Entonces quedarás
muy bien".
Aquí está el tema: los privilegios, la
veneración y las distinciones son un don, una consecuencia de y no una meta que me
propongo, quién sabe a qué precio y a quiénes sacrifico para lograrlo.
Te comparto algo que encontré por ahí
para que apliquemos esta exhortación del Señor en tres niveles (PERE
TENA: MISA DOMINICAL 1983, 16):
Un primer nivel es el ascético, e incluso el de la "buena
educación", por así decirlo. Con el supuesto de que, para el creyente, el
ascetismo es siempre referencia a la propia situación ante Dios. La humildad
cristiana no es simple ejercicio de moderación y sencillez de buen gusto, sino
que es asunción de esto valores como actitud ante Dios.
Un segundo nivel es el cristológico ¿Quién es el que ha ocupado de un
modo más decisivo "el último puesto"? "Cristo, a pesar de su
condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se
despojó de su rango... se rebajó" (Flp 2, 6).
Un tercer nivel es el eclesiológico. Las precedencias y un protocolo
exasperado pueden hacernos perder de vista realidades fundamentales de la vida
eclesial. El puesto de cada uno en la Iglesia tiene que verse en función del
Reino de Dios.
Pbro. José Casimiro