PARROQUIA DE COLALAO DEL VALLE

PARROQUIA DE COLALAO DEL VALLE
Casa y Templo parroquial Ntra. Sra. del Rosario

sábado, 19 de febrero de 2011

EL GUION PARA LA MISA

DOMINGO SÉPTIMO DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
CICLO LITÚRGICO A
Guión para la celebración de la Eucaristía
20 de febrero de 2011

AMBIENTACIÓN (opcional): Juntos formamos un solo cuerpo, en el que Cristo es la cabeza. La eucaristía es el gran sacramento de la comunidad cristiana y de la unidad. Vivamos con alegría este encuentro eucarístico con el Señor. Con nuestro canto damos inicio a esta celebración.

ENTRADA: Jesús en cada Eucaristía, se revela a nosotros como fuente de perdón y misericordia.

LITURGIA DE LA PALABRA: “Pongan en práctica la Palabra y no se contenten sólo con escucharla” . En este momento nos disponemos a recibir el mensaje de vida nueva.

EVANGELIO: Jesús nos invita a imitar al Padre poniéndonos en el camino del amor perfecto y total.

ORACIÓN UNIVERSAL: A cada intención nos unimos orando: “Escúchanos, Señor”

  1. Para que la Iglesia no se canse de proclamar y manifestar el amor de Dios por todos los hombres. Oremos…
  2. Para que todos los que habitamos esta patria dejemos de lado los rencores y así logremos construir una sociedad más fraterna y solidaria. Oremos…
  3. Para que los pobres, los marginados y desamparados encuentren la ayuda que necesitan. Oremos…
  4. Para que nosotros seamos testigos del amor misericordioso de Dios que siempre está dispuesto a perdonarnos. Oremos…
PRESENTACIÓN DE LOS DONES: Presentemos al Señor nuestro compromiso de tener siempre un corazón dispuesto a dar y darnos una nueva oportunidad. Acercamos este propósito con los dones de pan y vino.

COMUNIÓN: Recibir a Jesús en la eucaristía nos compromete a vivir en el diálogo que provoca la reconciliación.

DESPEDIDA: Supliquemos ayuda al Espíritu Santo para que nos enseñe a descubrir la presencia de Cristo en medio de nosotros.

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO (7° TO "A")

¿Quiénes son nuestros enemigos? ¿Cómo debe ser ese amor que se nos pide?
(Mt 5, 38-48)

Pues hemos de considerar que normalmente nuestros enemigos son aquellos a quienes nosotros atribuimos nuestros sentimientos de enemistad; somos nosotros sus enemigos y no al revés. Bien es cierto que hay casos notorios en que nos han hecho mal; pero no está de más considerar que la enemistad puede estar en nuestro interior.


Sobre el amor se dice en la primera lectura: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, mandamiento que Cristo elevó en exigencia: “Amaos como yo os he amado”. Él nos amó por encima de sí mismo. Tuvo que situarse por encima de sus sentimientos de miedo a la muerte, de tristeza, de dolor ante la entrega, de la dignidad humillada por las burlas… y, “subido sobre sí” se dispuso a dar la vida por todos. Por eso no debemos entender el amor como sentimiento, no debemos dejar guiar nuestra vida, ni nuestro amor, por los sentimientos que tenemos o provocan en nosotros las personas con las que convivimos. El sentimiento de tristeza ante el sufrimiento, o rechazo de la muerte, no desaparece en el caso de Jesús; sin embargo entrega su voluntad al Padre. Se puede amar a quienes sean nuestros enemigos, aprendiendo del amor de Cristo.

Pero prestemos atencion de cómo llega el evangelista Mateo a plantear semejante nivel de amor; porque, claro, un cristiano no se hace en un día y esto es algo más serio de aquello de que “yo ni robo ni mato”. Nos movemos en una óptica totalmente diferente, que muchos ni perciben. No sería poco que hoy entendiésemos que ser cristiano es un proceso de identificación con Jesús, con tarea para toda la vida; en vez de quedarnos con la idea de que es imposible amar a los enemigos.

¿Qué puedo hacer para vivir este evangelio tan radical?


  • Entender que mi vida de cristiano es un proceso de crecimiento en la identificación con Cristo que no termina nunca, pues siempre habrá nuevos aspectos en la vida que pasar por el tamiz de los criterios de Dios.
  • Sin dejar de sentir lo que hacemos, no dejar que los sentimientos gobiernen mi vida.
  • Prescindir de toda venganza ante el mal que haya recibido e, incluso, renunciar a la justicia humana. No me refiero a dejar pasar por alto delitos.
  • Incluso, en vez de apelar a la justicia de Dios y pensar en la otra vida como una retribución de las injusticias sufridas en ésta, ser capaces de pedir a Dios misericordia para quienes nos hacen mal.
Mejor que no soñar es tener sueños altos, pues nos ayudarán a conseguir metas más elevadas. Pues Cristo nos pone un nivel muy a su altura: ser como Él, ser como Dios, ser misericordiosos, ser santos.