Domingo 2º de Cuaresma-ciclo A
(Guía y aportes para el celebrante)
INTRODUCCION: Hermanos y hermanas, toda la vida cristiana es una Cuaresma. Atravesar el desierto de las dificultades y tentaciones no es sencillo. La semana pasada veíamos, en las tentaciones de Jesús, las pruebas a las que están sometidas nuestra fe y nuestras convicciones.
En este 2° domingo de Cuaresma, la liturgia nos presenta el ejemplo de Abraham y de Pablo, y nos muestra además por la transfiguración de Jesús, la meta gloriosa que espera a todos los que lo escuchan.
Nos ponemos de pie. Recibimos al padre que, en nombre de Cristo, presidirá nuestra Eucaristía, y, uniendo nuestros corazones y nuestras voces, cantamos.
SALUDO INICIAL: “Señor, ¡qué bien que estamos aquí!”, oiremos exclamar a Pedro.
Hermanos: Hoy la liturgia nos muestra el final del camino: la gloria de Jesús, que será nuestra propia gloria.
El amor del Padre y la fuerza del Espíritu Santo, que nos llama a escuchar a Jesús para compartir su gloria, estén con todos ustedes.
ACTO PENITENCIAL: Los ojos del Señor están fijos sobre los que esperan en su misericordia. Por eso, abramos nuestro corazón a su perdón.
–Tú nos salvaste. Cuando nuestra fe no es pronta y generosa./Señor, ten piedad.
–Tú has destruido la muerte. Cuando no compartimos los trabajos por el Evangelio./ Cristo, ten piedad.
– Tú eres Hijo amado del Padre. Cuando no te escuchamos con fe y alegría./ Señor, ten piedad.
LITURGIA DE LA PALABRA: Primera lectura (Gn 12, 1-4a): Dios llama a Abraham para una misión que él acepta con fe.
Salmo (Sal 32,4-5.18-20.22): En respuesta al llamado del Señor, el salmista alaba a Dios porque siempre es fiel a su palabra. Participamos de esta oración aclamando: Señor, que descienda tu amor sobre nosotros.
Segunda lectura (2Tim 1, 8b-10): San Pablo nos exhorta a compartir los trabajos del Evangelio apoyados en la fortaleza de Dios.
Evangelio (Mt 17, 1-9): Jesús muestra en su persona la gloria final a la que todos estamos llamados.
CREDO: Proclamemos nuestra fe en el misterio de Cristo, enviado del Padre para salvarnos. Creo...
ORACION DE LOS FIELES (celebrante): Llamados a escuchar a Jesús y a participar de su gloria, compartamos también su oración por todos los hombres.
GUÍA: A cada intención pedimos: “Ayúdanos, Señor, a escucharte y seguirte.”
- Para que la Iglesia de América siga afrontando los sufrimientos que exige predicar el Evangelio. Oremos.
- Para que todos los que se esfuerzan en transfigurar este mundo según el proyecto de Dios confíen en su fortaleza. Oremos.
- Para que los que viven sin esperanza descubran en la vida de los creyentes el verdadero rostro de Dios. Oremos.
- Para que todos nosotros, con fe y esmero, compartamos los trabajos por la extensión del Evangelio. Oremos.
CELEBRANTE: Padre bondadoso: ya que tu Hijo destruyó la muerte e hizo brillar la vida incorruptible, cúbrenos con tu misericordia, conforme a la esperanza que tenemos en ti. Te lo pedimos...
OFRENDAS: Cristo, muerto y resucitado para nuestra salvación, es nuestra gran ofrenda al Padre. Incorporados a él, con atento silencio, unimos nuestra vida a los dones que el celebrante ofrece al Padre en nombre de todos.
PREFACIO (Propio): Hermanos: bendigamos a Dios y démosle gracias porque Jesús transformará nuestros cuerpos haciéndolos semejantes a su cuerpo glorioso. Con entusiasmo nos unimos al celebrante, ya que la transfiguración de Jesús da sentido a nuestra esperanza.
PADRENUESTRO: Antes de participar en el banquete de la Eucaristía, signo de reconciliación y vínculo de unión fraterna, oremos como el Señor nos enseñó: Padre nuestro...
CORDERO DE DIOS: “El que come mi cuerpo y bebe mi sangre habita en mí y yo en él”, dice el Señor. Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la Cena del Señor.
COMUNION: Hermanos: Recibiendo el Cuerpo y la Sangre de Cristo, renovamos nuestra fuerza para seguir peregrinando por esta Cuaresma. Con alegría, vayamos al encuentro del Señor, que viene en la Eucaristía.
(Avisos parroquiales)
BENDICIÓN: La Misa ha terminado. Nuestra misión comienza. Hermanos: La misión hoy es ser modelo de fe, como Abraham, y de entrega al Evangelio, como Pablo. Es el camino para alcanzar la gloria.
El Señor esté con ustedes.
Asiste a tu pueblo, Señor, para que busque tu rostro y, comprometiéndose con el Evangelio, pueda gozar de la visión de tu gloria.
Y que la bendición de Dios...
DESPEDIDA: Queridos amigos: Fortalecidos con la esperanza de nuestra gloria futura, nos retiramos cantando.