¿POR QUÉ ORAMOS? ¿CÓMO ES NUESTRA ORACIÓN?
(Lc 18, 1-8)
A Ud. y a mí nos enseñaron a rezar y a pedir de todo a Dios... o quizás no.
¿Qué pedíamos cuando niños en nuestras oraciones? ¿Qué implorábamos cuando adolescentes en nuestras oraciones? ¿Cómo era la oración de jóvenes? Y ahora adultos ¿por qué, cuándo y cómo oramos?
Ahora nos preguntemos: ¿qué es orar? Esto nos dará respuestas para avanzar y crecer en la oración.
Las siguientes respuestas a la pregunta planteada, son ensayos de respuestas.
Que no es orar:
- No es carrera de letras.
- No es pedir algo para salirme con la mía.
- No es sólo dirigirme a Dios cuando estoy en problemas y luego nada.
- No es convencer a Dios de que debe ayudarme.
- No es un monólogo o una conferencia.
- No son palabras, pensamientos y meditaciones que cautivan al auditorio y multitudes.
Ahora, nos hablan de la oración Santo y Santas:
- San Agustín: Es amar y dejarse amar por Dios; es "abrazar a Dios con amor, abrazar el amor de Dios".
- San Juan de la Cruz: La oración es “una escucha en profundo silencio de lo que habla Dios, el Señor de ella (el alma)”.
- Santa Teresa de Ávila: “La oración es tratar a solas con quien sabemos que nos ama”.
- Santa Teresita de Jesús: “Para mí la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada al cielo, un grito de reconocimiento y de amor, tanto en la tristeza como en la alegría”.
- San Padre Pío: “Apenas me pongo a orar, enseguida siento mi corazón como invadido por una llama de amor vivo. Esta llama no tiene nada que ver con cualquier llama que destruye, y no causa pena alguna”.
- Beata Madre Teresa de Calculta: “Mi secreto es de lo más simple. Rezo y a través de mi oración me convierto en alguien que ama a Cristo, y veo que rezarle es amarlo y eso significa cumplir con su palabra.
Hermanos:
Jesús también nos enseña la importancia de la oración en nuestra vida. De Él aprendieron los santos y santas. En su parábola, el juez no tiene más remedio que conceder a la buena mujer la justicia que reivindica. No se trata de comparar a Dios con aquel juez, que Jesús describe como corrupto e impío, sino nuestra conducta con la de la viuda, con una oración también de petición y perseverante Orar pidiendo a Dios no significa tratar de convencerle a Él, sino remotivar nuestra visión de la historia y entrar en comunión con Él. Dios quiere nuestro bien, y el del mundo, más que nosotros mismos. Eso sí, lo quiere, seguramente, con mayor profundidad. La oración nos ayuda a sintonizar con la "longitud de onda" de Él y desde ese mismo momento, ya es eficaz.
Pbro. José Casimiro Torres