LA NAVIDAD NO ES UN CUENTO
(Lecturas de la Misa de la Noche)
Es nochebuena, es Navidad. Alabemos, adoremos y
glorifiquemos a Dios por tan gran misericordia y bondad. Qué alegría saber que
Dios nos es elitista ni lejano a nosotros. Está tan cerca y unido a cada uno de
nosotros al haberse hecho hombre en el vientre santísimo de María. Gracias
María por el Sí que diste. Gracias José por haber aceptado la altísima misión
de ser custodio de Jesús. Gracias pastores, los más pobres y obedientes al
anuncio del ángel.
Nosotros y muchos en el mundo celebran este Nacimiento
como único, irrepetibles e histórico. Y es que es algo jamás pensado por nadie,
ni siquiera intuido.
«El pueblo que caminaba en las tinieblas ha
visto una gran luz: sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha
brillado una luz»: Jesucristo. Desde que se hizo “Dios-con-nosotros”,
no hay oscuridad que dure cien años; desde que “está-con-nosotros” donde abundó
el pecado sobreabundó la gracia de Dios y el misterio del hombre sólo se
esclarece a la luz del Verbo encarnado. Señor, «Tú has multiplicado (nuestra) la alegría,
has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia, como se goza en la
cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín (…) Porque un
niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado». Por eso esta noche es buena, feliz
y gloriosa.
Jesús nace para que nosotros renazcamos a esa vida
tan anhelada y querida, pero que tantas veces la perdemos entre las ocupaciones
y desvelos en este mundo. Que el llamado que hace San Pablo a Tito tenga
acogida en nuestras vidas: «Porque la gracia de Dios, que es fuente
de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a
rechazar la impiedad y las concupiscencias del mundo, para vivir en la vida
presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz
esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador,
Cristo Jesús. Él se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad,
purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno en la práctica del bien».
El Papa Francisco en “La Alegría del Evangelio” (n.
3) dice: Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación
en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo
o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo
cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación
no es para él, porque «nadie queda excluido de la alegría reportada por el
Señor».
Seguramente que, en esta Navidad, vos y yo no
estamos en una situación mejor que quienes hoy no han venido a esta celebración.
Sea cual sea la situación en la que nos encontremos, renovemos ahora mismo el
encuentro personal con Jesucristo; tomemos la decisión de dejarnos encontrar
por Él y de intentarlo todos los días.
Navidad quiere decir Nacimiento y nacimiento es
comenzar a existir en este mundo, al lado de nuestros padres, de nuestros
hermanos y ayudados por ellos; todos somos hijos de María y de la Iglesia, amabas
están a nuestro lado no para hacernos la vida más difícil sino para ayudarnos
en los momentos difíciles; nuestros hermanos son todos los que estuvieron ayer
y no lo están; son nuestros hermanos los que están hoy celebrando con nosotros y
estarán mañana trabajando, dialogando y luchando con nosotros por una sociedad
mejor. El Hijo de Dios se hace Hermano nuestro para que renazcamos a una fraternidad
sin fronteras.
Entonces, queridos hermanos, “Gloria a Dios en las
alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por Él”. María, José y los
Pastores contemplaron esta gloria en la tierra y por eso se llenaron de Paz.
Nosotros estamos celebrando y queremos contemplar esta paz, llenarnos de ella y
compartirla a los demás. Que esta Nochebuena, se repita cada noche en los años que
Dios nos conceda y que ésta Luz brille todos los días de nuestra vida.
Pbro. José Casimiro Torres