¿HABRÁ ALGUIEN QUE NO SE SALVARÁ?
(Lc 13, 22-30)
A Jesús le preguntan: "Señor ¿serán pocos los que se salven?" Creo que es una pregunta que en alguna etapa o situación personal de la vida vos y yo nos hicimos: me salvaré o no... Como quiera que sea, el tema no es hacer especulaciones, elucubraciones y demás razonamientos sobre la salvación (que por cierto no sirven de nada). Más bien deberíamos pensar en salvarnos, acogiendo la gracia que nos salva.
Docilidad y vigilancia, perseverancia y generosidad: en el camino de salvación que todos recorremos, nos puede pasar como cuando queremos salir campeones y victoriosos sin la preparación, los ejercicios y el esfuerzo que ello implica. En este tema no pasa como en la vida laboral: "la ley del menor esfuerzo". Por ejemplo, antes había que caminar y caminar cuadras, kilómetros a lo largo de mucho tiempo para llegar a determinados lugares, hoy eso se hace en cuestión de minutos y hasta segundos. La salvación requiere docilidad a la gracia, vigilancia ante la vieja tentación de la mediocridad, perseverancia para romper a diario con la rutina desgastadora de "siempre fue y será así" y sobre todo, generosidad de tiempo, alegría, servicio, amistad y responsabilidad en lo que hacemos a diario. Si se quiere, "la ley de menor esfuerzo" ya está incluida en lo que tenemos que corresponder para salvarnos.
Oración: Padre, que nos enviaste a tu amado Hijo para salvarnos, danos la gracia de ser dóciles a sus enseñanzas y cumplir siempre sus mandamientos. Que el Espíritu Santo nos impulse a buscar la salvación que nos ofreces en los sacramentos y el servicio a los demás en la caridad, justicia y verdad. Que María y los Santos nos estimulen constantemente y animados por el ejemplo de su vida, avancemos en nuestra salvación y la de nuestros hermanos.
Pbro. José Casimiro
