PARROQUIA DE COLALAO DEL VALLE

PARROQUIA DE COLALAO DEL VALLE
Casa y Templo parroquial Ntra. Sra. del Rosario

domingo, 31 de julio de 2011

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO (18° TO "A")

  (Mt 14, 13-21: XVIII, TO “A”)

Dios es generoso, abundante en el ofrecimiento de su amor y gracia. Por el contrario nosotros somos escasamente generosos y mezquinos, y hasta interesados. Hemos de aprender, descubrir y contemplar el gran amor con que somos amados y beneficiados.
Así lo expresa un predicador: “Las tres lecturas de hoy repican como campanas de pascua el tema del amor abundante de Dios. Nuestro Dios no es tacaño ni mezquino; es generoso, más allá de todo lo que podemos imaginar o afirmar. Y tal es su munificencia que a menudo da sin cobrar”.
Si miramos a nuestro alrededor, descubrimos sin ser sociólogos, las consecuencias de la mezquindad de cada uno de nosotros. ¡Qué dolor e indignación nos embarga! Pero… si somos nosotros mismos los causantes de todo lo que nos indigna. El Evangelio de hoy es una invitación a la fraternidad, solidaridad y generosidad. No nos cansemos de ser solidarios, sacrificados y honestos que a su debido tiempo cosecharemos sus beneficios particulares. Cambiemos esta situación de injusticia, corrupción y egoísmo comenzando por nosotros mismos. Necesitamos urgentemente ser curados, iluminados y ayudados por Jesús, rico en misericordia y libre de todo pecado.
En los domingos pasados, el Señor Jesús había mostrado su enseñanza, sobre todo con parábolas. Y hemos escuchado cómo nos explica sobre el Reino de Dios, comparándolo con realidades sencillas de nuestra vida, realidades que sin embargo, se vuelven profundas en su boca. Hoy su enseñanza no es tanto con palabras, como con hechos. Esto nos invita a reconocer en Cristo a Alguien, que cuando habla, obra, y cuando obra, enseña. Cristo, cuando actúa trae una enseñanza, y Cristo, cuando predica, transforma.
Bien, ¿cuáles son las obras que hemos presenciado en el evangelio de hoy? La más evidente, la multiplicación de los panes. Pero no podemos olvidar, no podemos dejar de lado otras dos. Antes de multiplicar los panes, curó a los enfermos. Y antes de curar a los enfermos, sintió lástima. Antes de sentir esa compasión, se fue a un sitio tranquilo y apartado. En realidad, son cuatro obras, cuatro hechos de Jesús. Después de la muerte de Juan, se va a un sitio apartado. Allí, la gente lo busca y Jesús siente compasión; literalmente, dolor en las entrañas. Le duele la gente. Entonces, cura a los enfermos. Como en esa hora de misericordia ha avanzado la tarde y el día termina, completa esa obra de conmiseración con otra de piedad, dando alimento a aquellos mismos que había curado. O sea, que realmente Cristo ha hecho cuatro cosas con esta multitud. La ha llevado a un sitio tranquilo y apartado. Allí ha sentido compasión por ellos, les ha hecho percibir ese amor compasivo, y después los ha curado de sus enfermedades. Cuando ya han experimentado la compasión, cuando ya han encontrado la paz, cuando ya han sido sanados de sus males, entonces también los alimenta, "agrupándolos", -como dice otra versión de este milagro-, "en círculos de unas cincuenta personas". Así, permite que quienes eran simplemente una multitud, se conviertan en una comunidad. Por último, "recoge las cestas con las sobras, para que nada se pierda", como dice otra versión de este milagro.
Es decir, que lo que tenemos en el evangelio de hoy, es todo un retrato de la obra de Cristo. Eso es lo que Cristo hace con cada persona, es lo que Cristo quiere hacer con cada comunidad. Es lo que hizo con esta multitud, es lo que pretende, seguramente, con el mundo entero. "Se fue a un sitio tranquilo y apartado después de la muerte de Juan Bautista". La ciudad, lugar de crimen, queda así contrapuesta a este desierto, lugar de paz.
Acerquémonos, entonces, a este Cristo, Nuestro verdadero Rey. Que Él nos lleve a un lugar tranquilo y apartado, que Él pueda mirarnos y sentir compasión de nosotros. Porque mientras estamos en la ciudad, espejeándonos unos en otros y diciéndonos unos a otros que sí somos importantes, no aparece nuestra miseria. Pero cuando Cristo nos lleva a ese lugar tranquilo y apartado, cuando estamos a solas con Él, ahí sí aparece lo que realmente somos. Dejemos que Él nos bañe con su misericordia, dejemos que Él nos sumerja en su compasión, que Él entonces nos cure de nuestras enfermedades y que de sus manos benditas, el Pan Consagrado sacie nuestra hambre.

sábado, 2 de julio de 2011

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO (14° TO "A")

LA HUMILDAD ES HABITAR
EN LA VERDAD
(Mt 11, 25-30)

Podemos decir que el tema de las lecturas de hoy es la humildad; y desde luego, también su contraria, que es la soberbia.

Jesús nos invita a seguir su ejemplo de mansedumbre y de humildad. Y la lectura del profeta Zacarías, ya miraba con anticipación a Jesús como el rey humilde que escoge para entrar en la Ciudad Santa no el ruido ni la imponencia de un gran corcel, un caballo de guerra, sino la sencillez de un burrito, un animal de carga. Un hombre cercano a la casa y a la historia de los los pobres.

Así pues, tenemos que hablar de la humildad. Y lo primero que uno se pregunta es si uno está autorizado para hablar de humildad. Cuántas veces nosotros los sacerdotes nos desautorizamos para hablar de las virtudes, por ejemplo, para hablar de la humildad. ¿Cuántas veces habré contradicho yo esta virtud tan santa y tan necesaria? Por otra parte, ¿cómo enseñar, cómo predicar la humildad? Vivimos en un tiempo en el que prácticamente se ha canonizado al orgullo, y eso como que tiene sus ventajas hasta cierto punto, porque si una persona se siente orgullosa de lo que está haciendo, seguramente lo hace con más cariño, lo hace con más ganas.

¿LA HUMILDAD?
O sea que el tema de la humildad no es tan fácil, por esas dos razones. Primera, porque ¿en dónde encontraremos humildes que nos puedan predicar? Quizá yo mismo estoy desautorizado por muchas cosas, pero tengo que decir que tampoco conozco mucha gente autorizada. Y en segundo lugar, es difícil hablar de la humildad, porque la humildad tiene rostro como de complejo, una persona que está disminuida, una persona que oculta lo que puede hacer, una persona que esconde las capacidades, las cualidades que tiene. ¿Y así cómo va a haber liderazgo? ¿Y así cómo va a cambiar un pueblo? ¿Y así cómo se va a levantar un país? Y sin embargo hay que predicar sobre la humildad.

QUÉ NO ES SER HUMILDE?
Lo que nos enseñan estas reflexiones iniciales es que tenemos que cambiar nuestra idea de la humildad. La humildad no es una especie de timidez, porque una persona puede ser muy tímida y puede ser muy soberbia. Desde su timidez tiene una barrera, y desde esa barrera mira así al universo entero y juzga y condena. Una persona puede ser muy calladita, muy tímida y una montaña de soberbia. Así que humildad no es lo mismo que timidez. Humildad tampoco significa complejo de inferioridad. "A mí no me pregunten", "yo no sé", "yo no puedo", "que otro lo haga". De ese complejo de inferioridad se burló hasta la saciedad, se burló cruelmente un filósofo alemán, al que aludo con frecuencia, porque ese hombre marcó la historia del siglo XX, ese señor se llama Friedrich Nietzsche. Nietzsche se burlaba sangrientamente de la humildad de los cristianos, y decía: "Moral de acomplejados, "moral de esclavos", "moral de hipócritas". Estas dos, "moral de esclavos" y "moral de hipócritas", vienen del mismo Nietzsche. Nietzsche se burlaba de ese complejo de inferioridad, que si Cristo hubiera padecido ese complejo de inferioridad, no hubiera salido de Nazaret; hubiera dicho: "Yo como soy humilde, entonces yo aquí sigo el oficio de José, y yo aquí escondido..." La humildad no es complejo de inferioridad, ni la humildad es el simple ocultamiento, ni la humildad tampoco es otra cosa que a veces sirve de confusión: estar uno como recargado con un pasado, vivir uno recargado con lo que hizo en el pasado, y a veces hay gente en la familia o en la pareja que es experta en recordarle a los demás: "Usted no diga nada, porque usted..., porque usted..., y porque usted....", es decir, a hundir al otro con el peso del pasado. Eso no es humildad.

¿QUÉ SERA LA HUMILDAD?
Hay una frase que todo predicador tiene que citar, entonces yo la tengo que citar, la dijo Santa Teresa de Jesús: La humildad es un modo particular de habitar en la verdad, y la única manera que conocemos de crecer en la verdadera humildad es acercarnos a la verdad. O si se me permite tomar prestada una expresión de las ciencias jurídicas, es encaminarnos, es orientarnos hacia la verdad verdadera.

Me dicen que en el Derecho se utiliza esa expresión, porque cundo llegan a un juzgado cada uno tiene su verdad, ¿no? El acusado tiene su verdad, el testigo tiene su verdad, el fiscal tiene su verdad. Pero hay una verdad que es la verdad verdadera. Y la humildad parece que va por ahí. Es la búsqueda apasionada de la verdad verdadera, del fondo de verdad de los que nosotros somos, y de ese fondo de verdad surgen, como perlas preciosas, una serie de grandes luces que nos ayudan a descubrir el rostro hermosos de la humildad.