EL FUEGO Y LA PAZ
(Lc 12, 49-53)
Es decir que Jesús viene a quitar una paz y a traer otra paz, porque hay una paz que proviene del conformismo, de la pereza, de la cobardía; esa es una paz falsa, una paz mentirosa, que no merece el nombre de paz.
Esa paz Cristo la quita y viene a traer otra paz, que es grandeza de alma ante las dificultades, perseverancia en medio del testimonio, santidad; incluso, “hasta el derramamiento de la sangre” (véase Carta a los Hebreos 12,4), como deja sugerido el texto de la Carta a los Hebreos, en la Segunda Lectura de hoy.
Llevémonos para nuestra casa esa idea. Cristo viene a quitar una paz y viene a traer otra paz, la que Él viene a traer, ¡la suya! es aquella que es capaz de lo que pide el evangelio, “el perdón a los enemigos, la fe inquebrantable, la esperanza indeficiente, la caridad para con todos, la negación de sí mismo, y todo lo demás que dice el evangelio.
Hoy es un buen día para meditar, entonces, ¿cuál es la paz que Cristo quiere quitar?