TENEMOS QUE SER MILLONARIOS...
(A LOS OJOS DE DIOS)
-Lc 12, 13-21-
Nos imaginemos que tenemos una alcancía con forma de corazón en la que a diario pongamos "bienes para el cielo" o simplemente cosas buenas: ayudar a los demás, tener amigos, querer mucho a Dios, (cosas que damos a Dios o a los demás).
Necesitamos ahorrar cosas buenas del cielo.
¿Qué cosas estamos ahorrando en la alcancía-corazón? Ayudar, querer, prestar…
Pero ¿cómo habrán entrado, en la alcancía-corazón, si todas esas cosas se las dimos a otros? Nuestro corazón se hace más rico cuando aprendemos a dar. ¿Se acuerdan del evangelio? Ahí pasaba todo lo contrario el hombre que nos cuenta Jesús quería tener cada vez más, y amontonaba y amontonaba y no compartía con nadie. ¿Y qué le pasó? Llegó un día que se murió y no se llevó nada.
Lo único que dura para siempre es el amor. El dinero se acaba, las cosas nuevas se ponen viejas, la fama dura un tiempito, pero el amor dura para siempre. Y vieron como hay que hacer para ahorrar amor. Totalmente al revés de las otras cosas, para ahorrar amor hay que animarse a compartir, a ayudar, a comprender, a ser solidario. ¡El amor es el único tesoro que se multiplica dando!
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