Pensaba
recién esto sobre Jesús en la Eucaristía. Recuerdo que Tomás (el mellizo) dijo:
“Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el lugar
de los clavos y la mano en su costado, no creeré” (Jn 20, 25). Me pregunto a mí
en primer término: ¿Quiero ver a Jesús en la Eucaristía? Respondo que sí. Entonces
digo: “cree y verás a Jesús en la Eucaristía”.
Nos
falta fe para celebrar debidamente en la Santa Misa a Jesús que se ha quedado
en la Hostia Santa. Nos falta fe para adorar a Jesús en el Sagrario y en la
capilla donde está expuesto para tal fin. Nos falta fe para recibir a Jesús en
la Comunión y servirlo en los hermanos y hermanas más próximos a nosotros. Nos falta
fe para conocer más y mejor a Jesús en la catequesis, en la misión y en la
evangelización. Nos falta fe para ofrecer la Buena Noticia de Jesús con nuestro
testimonio de cada día y con las palabras que proferimos. Nos falta fe para
aceptar los caminos en los que Jesús nos pone cada día para llegar a este
lugar, a esta situación, a esta persona, a esta realidad. Nos falta fe para
aceptar nuestra condición de sembradores y peregrinos de esperanza y paz en
todos los ambientes por donde caminamos y pasamos. Nos falta fe para ver en el
otro a un hermano y hermana con quien compartimos día a día el trabajo, una
tarea, los sueños, los ideales y la vida. Nos falta fe porque nos sentimos
dueños de todo. Nos falta fe porque ya no luchamos contra el pesimismo, el
desánimo y el rencor. Nos falta fe porque nos dedicamos de lleno al trabajo sin
reconocer la grandeza de Creador y Dador de todo don. Nos falta fe porque le
tenemos miedo a lo que de verdad somos y al qué dirán. Nos falta fe porque hay capacidades
espirituales que se están atrofiando porque hemos dejado de usarlas y
ejercitarlas.
Sí, más
bien de hoy en adelante, si de verdad quiero ver a Jesús en la Eucaristía que
se eleva en el Altar, debo creer. Y para creer necesito bajarme del automóvil
de mi vanidad, soberbia, orgullo y altanería. Necesito, subirme a la bicicleta
de la perseverancia, constancia, humildad y abnegación.
Señor, quiero verte ya aquí en la tierra. Señor,
quiero contemplarte ya desde esta condición frágil y pobre. Señor, fortaléceme en
la fe; que los dones de tu Espíritu me ayuden en cada situación. Señor, que tu
Santa Madre sea mi refugio de pecador y amparo en mis pesares. Amén.